El pollo es uno de los alimentos más populares en todo el mundo, apreciado por su sabor, versatilidad en la cocina y su precio accesible. Además, es bajo en grasa y rico en nutrientes, lo que lo convierte en un ingrediente clave para una dieta equilibrada. Aquí te damos los mejores consejos para sacarle el máximo provecho.
Hay distintos tipos de pollo en el mercado. El más común es el de granja, que suele criarse en espacios controlados, pero no siempre tiene acceso al aire libre, lo que influye en su sabor, que resulta algo más suave.
En los últimos años, ha ganado popularidad y mayores cuotas de consumo el pollo de corral, que tiene un sabor más intenso debido a su crianza en libertad y a una alimentación más natural.
El pollo ecológico, por su parte, crece más lentamente y se alimenta de productos sin pesticidas, lo que lo convierte en una opción más sostenible con el entorno.
Otros tipos de pollo son el tomatero, que se alimenta principalmente de maíz y tomates, dándole un sabor particular. El pollo de Bresse, originario de Francia, es famoso por su excelente calidad y está protegido por denominación de origen. También el picantón, un pollo que se cría durante 36 días y tiene una alimentación 100% vegetal y un tamaño perfecto para dos comensales: su peso no supera los 500 gramos.
¿Y qué hay del pollo de carne amarilla? Este tema genera opiniones divididas. El color de la carne depende de la genética del pollo y de su dieta, especialmente si consume mucho maíz, lo que le da ese tono amarillento. Aunque se cree que la carne amarilla proviene de pollos con mejor calidad de vida y sabor superior, esto no siempre es así. Además, el valor nutricional no cambia significativamente.
La carne de pollo no debe permanecer en la nevera más de dos días, ya que absorbe olores y se deteriora rápidamente. Si no vas a cocinarlo enseguida, lo mejor es congelarlo. El pollo es una de las aves más aptas para la congelación. Antes de hacerlo, retira los despojos y quema los restos de plumas. A menos que sea muy grande, lo ideal es congelarlo entero. preferentemente, en bolsas de congelación para una mejor conservación. En el congelador, puede durar de siete a ocho meses.
El pollo, por ser una carne magra, tiende a secarse si no se cocina adecuadamente. Para evitarlo, sella la carne a fuego alto en una sartén con un poco de aceite antes de hornear o guisar. Esto crea una costra dorada que retiene los jugos. Si lo cocinas en sartén, usa fuego medio y cúbrelo para que se cocine en su propio vapor.
Al guisarlo, usa líquidos como caldo, vino o salsas a base de tomate para mantener el pollo tierno y jugoso. La clave está en no excederte en el tiempo de cocción y asegurarte de que no queden partes crudas.
Alitas de pollo
La pechuga, al ser la parte más magra, es ideal para hacerla a la parrilla o a la plancha, y también puede empanarse. Como tiende a secarse, utiliza papel de horno al cocinarla para conservar mejor sus jugos.
El pollo entero es perfecto para asados. Un pollo de 1,5 kg necesita alrededor de una hora en el horno a 180 °C, y por cada 500 g adicionales, añade unos 25 minutos de cocción. Si lo asas troceado, el tiempo se reduce, pero cada parte tiene su propio tiempo: los muslos necesitan unos 45 minutos, mientras que las alas y pechuga, alrededor de 35 minutos.
Los muslos y contramuslos son ideales para guisos. Las alitas, por su parte, son perfectas para freír, hacer a la barbacoa o en la air-fryer, siempre que estén bien limpias de plumas.
El pollo es una excelente fuente de proteínas completas y tiene bajo contenido en grasas. Aporta vitaminas del grupo B, hierro, potasio, zinc y fósforo. Es ideal si estás a dieta, haces deporte o quieres cuidar tu salud cardiovascular.
Cocinar el pollo con piel es recomendable, ya que esta actúa como una barrera que mantiene la carne más jugosa, pero conviene retirarla antes de disfrutar del plato si queremos controlar la ingesta de grasa y de calorías.
Entre todas las recetas, encontrarás propuestas para todos los gustos. Además, el pollo permite elaborar platos suculentos, saciantes y asequibles. Es una carne muy agradecida que combina muy bien con distintos alimentos.
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La combinación de lo jugoso del pollo con el dulzor de la manzana y el toque crujiente de los frutos secos crea una experiencia irresistible, ideal para sorprender en cualquier ocasión.
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Los escalopes son una opción clásica y deliciosa que nunca pasa de moda. Con su exterior crujiente y su interior tierno, estos filetes empanizados son perfectos para cualquier ocasión, desde una comida familiar hasta una cena rápida entre semana.
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La cerveza no solo realza la jugosidad de la carne, sino que también le da un toque ahumado y un final crujiente que la convierte en un plato excepcional.
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Muy originales y jugosas gracias al aporte de tomate, también resultan muy digestivas y con poca grasa. Un capricho en sabor, y salud en tu organismo.
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Preparada a base de pollo troceado, hierbas frescas y otros ingredientes que se integran perfectamente, esta receta se cocina al Baño María para lograr una textura tierna y jugosa. una opción sofisticada de aperitivo o entrante.
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Preparada con trozos de pollo tierno, una mezcla colorida de verduras frescas y fideos suaves, esta receta se cocina a fuego lento para potenciar los sabores. Su caldo claro y ligero se llena de nutrientes.
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Esta preparación rápida permite que el pollo se cocine de manera uniforme, manteniendo su jugosidad, mientras que el cava infunde su característico toque efervescente y su frescura.
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