Sin duda, el tomate rosa es uno de los preferidos por todos. Su gran tamaño, su delicada piel y su increíble sabor conforman una combinación imbatible. Y, además, ahora es cuando está en su mejor momento.
Y es que lo primero que nos llama la atención de esta joya es su gran tamaño. Un tomate rosa suele pesar unos 400 gramos de media, aunque se pueden encontrar ejemplares que rocen el kilogramo de peso. Su forma es irregular, su piel muy fina (tanto que también se lo conoce como “piel de doncella”) y su color es un rojo pálido o rosado que le da su nombre.
Un tomate rosa no necesita prácticamente nada para ser una delicia por sí mismo. Y es que su sabor se considera intenso y con escasa acidez, y su aroma es de los que te transporta. Cortado en finas rodajas y con un chorrito de aceite de oliva virgen extra y ya estamos ante un bocado extraordinario. También puedes convertirlo en la estrella de tostas y ensaladas, añadiéndole un poquito de cebolla, aceitunas y hierbas que ayuden a realzar sus cualidades, pero sin abusar, ya que el sabor del tomate rosa debe ser el protagonista.
Los aportes del tomate rosa son múltiples y muy beneficiosos para nuestro organismo. Tiene un gran contenido en beta-carotenos, que ayudan al cuidado de nuestra piel. Son muy hidratantes, ya que están compuestos en su gran mayoría de agua. También contienen vitamina C, potasio y muy pocas calorías. Recuerda que los expertos aconsejan no guardar los tomates en el frigorífico, pero si tienes que hacerlo, recuerda sacarlos un buen rato antes de consumirlos para que se atemperen y puedas disfrutarlos al máximo.
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