El pisto no existiría sin la despensa americana que trajo a Europa el tomate y el pimiento, dos ingredientes imprescindibles de este plato tan popular. En todo el Mediterráneo, donde arraigaron muy bien estas hortalizas, existen preparaciones parecidas. Algunas de ellas son la ratatouille francesa, la sanfaina catalana, la shakshuka (con origen en el norte de África y hoy considerada el plato nacional israelí) o la caponata siciliana.
El pisto puede comerse como entrante, como plato único si va acompañado de huevo (ya sea a la plancha, frito, duro o poché) o como guarnición de carnes o pescados. Combina muy bien con ambos. También puede ser ingrediente de una coca o una pizza caseras. Es, sin duda, una preparación muy versátil.
Importante
Es fundamental seguir el orden de cocción de las verduras. El calabacín es la que se cuece antes, por ello va al final, junto al tomate rallado.
El tomate rallado se puede sustituir por tomate triturado. En este caso, se añadiría 250 o 300 gramos.
El pisto tiene que quedar jugoso, pero no caldoso. ¡Dejemos que el agua del tomate se evapore!
Elaboración:
Cortamos en cuadraditos pequeños todas las hortalizas sin mezclar y picamos bien el ajo.
Rallamos los tomates y reservamos.
Calentamos en una cazuela un poco de aceite de oliva a fuego medio y añadimos la cebolla y el ajo. Dejamos pochar a fuego lento hasta que la cebolla esté transparente.
Añadimos los pimientos y dejamos pochar durante 5-8 minutos.
Incorporamos el calabacín y dejamos pochar 2 minutos más.
Añadimos el tomate, salpimentamos al gusto, y con la cazuela tapada, dejamos cocinar durante 10-15 minutos.
Destapamos y dejamos evaporar el agua del tomate. Cuando se haya evaporado, el pisto estará listo.
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